Miras tus manos manchadas y las apoyas en la roca. Arrastras los dedos, desdibujas. Roca limpia, virgen preparada para contar la historia.
Es ayer, será hoy. Relojes de arena llenos de piedras, incapaces de pasar al otro lado, de marcar el tiempo. Los agitas intentando desmenuzar tus tropiezos.
El tiempo es un invento de la mente,
que no es capaz de distinguir lo real de lo soñado.
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