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martes, 30 de abril de 2013



C G Lahoz


Me desvisto de la piel con la que vivo. La no inmaculada, la tachonada  de días, cincelada de recuerdos, desmemoriada a veces en el roce de dedos. La que se abre a los labios que liban olas de galerna que comienza en mis ojos. Piel que duele con la música, que se queja y gime sin el roce de otra piel, que tirita tibia en la presencia de él, el que vino desnudo de sentimientos. Me desvisto y es entonces cuando me hago visible.



jueves, 25 de abril de 2013






Mira el hueco tras el seísmo, solo un paso, infinito,
un abismo con un puente tendido,
las risas, los gemidos, todo ello está escrito.

Tu me completas, me acabas, me mientes,
rompes mi corteza y me muerdes,
dentelladas al aire me empapan de baba.

He tendido mis ojos al sol, la tinta ha curtido mi piel,
párrafos inacabados, demasiado largos para ser leídos sin producir nausea, atragantamiento

No cambiaré las frases de la memoria, no perderé la poesía en el olvido,
seguiré latiendo en puntos suspensivos en la espera de la historia prometida,
en la desesperanza del buzón vacío.

Fue un sueño, no se puede tener lo inasible.









miércoles, 24 de abril de 2013





Ha sido una velada perfecta, nuestros mejores amigos, risas, copas, conversaciones agradables. Sofia ha estado genial, como siempre. Con su melena recogida y su cuerpo breve que se mueve suave, incansable, incombustible. Todo lo que me gusta, su vestido verde, las flores azules en la mesa, el vino de nuestro primer viaje, el que bebimos aquella noche cuando nuestros cuerpos naufragaban uno en el otro, cuando no sabíamos pasear sin cogernos de la mano.
Me ha besado en la frente al ir a sacar el postre, su mano en mi hombro, induciendo mi inmovilidad en la mesa. Ha vuelto sonriente, su pelo ondeando en sus hombros, Félix llevaba los platos, aplauso en las miradas, tarta de chocolate.
Son las tres, la música ha parado, el lavavajillas ha terminado, voy a bajar la basura, cuando suba naufragaré en el enorme charco del salón, no debió soltarse la melena.






martes, 16 de abril de 2013






He muerto un martes, cuando me quité el vestido de verano y los zapatos de tacón, cuando dejé mi piel expuesta a sus palabras, a las miradas de los pájaros que están en la ventana, que mueven sus alas sin plumas. Aves de cemento que observan el negro sol, incapaces de levantar el vuelo, picotean entre los escombros. 
He muerto cuando no hubo reflejo en el espejo empañado, o eran mis ojos?
No dejé sombras en la esquina que huele a geranios, a rosa chicle y carmín. Las esquinas huelen a colores de encuentro. 
Me he ido mientras esperaba tu llegada inesperada. No sabias que vendrías a mi mente, a mi recuerdo, a mi orilla, a mi balcón florido.
Me fui pero sigo aquí, anclada a esta silla fría, mirando al frente, al vacío, a la ausencia. 
Cuando te sientes no hables, solo toca mi pelo y siente como me fui.






miércoles, 10 de abril de 2013







Mi amante la muerte me susurra al oído, en este anochecer de cielo naranja como un veneno. 
El mar esta en calma, atrapa las luces que no despiertan a los peces. Son las luces que acompañan al caminante, las que ocultan los besos en la arena con el agua enredándose en los pies, las que cobijan el trapicheo de cuerpos y sueños, esconden la navaja en el bolsillo y el puño apretado. 
Mi amante me llama a su lado, me dice que me acueste y me abandone a sus caricias de olvido. Es una amante solícita, desde hace semanas viene todas las noches. Me cubre con sus fríos abrazos, besa mis labios y mi sangre se vuelve espesa como la brea. Su olor a redes rotas y abandono me deja sin aliento. Se va al alba, con las aceras desperezándose bajo la ducha de los hombres de verde, que las lavan y las peinan, con el olor a café y a pan con nocilla. 
Se que me es infiel, visita a otros con las mismas promesas, pero ninguno la quiere como yo, que recuerdo su nombre por las mañanas.




martes, 9 de abril de 2013







Estas sujeto a la roca, soportas los golpes de las olas que parecen querer darte todas a ti, es el año impar de los golpes pares. En la roca que se sumerge con tus dedos aferrados, el agua espumada cubre tu cabeza y sale por tus fosas nasales. Es fácil respirar, lo difícil es hablar.
La cuerda está al alcance de tu mano, la ves mecerse, hace tiempo que quieres sujetarte y trepar, salir de ese acantilado al que te han empujado, pero no puedes, no quieres, aun no. La gran C pende sobre tu cabeza, ves peces ahogándose, mueren y caen a tus pies anclados al fondo. Te da miedo pisar tierra firme y que te devoren las miradas, los ojos que no entienden que el océano sigue derramándose por tus ojos . Tu boca se ha cerrado y es el mar el que grita. 
-Agarra mi mano, ven... tengo un paraguas, dentro llueve.





viernes, 5 de abril de 2013







Agotado el día busca refugio en el vaso donde hundir sus ojos, en el liquido ámbar que da color a las noches de sus días en blanco y negro. Dos copas, levanta sus ojos y allí a su izquierda la ve, sus ojos de persianas cerradas, su espalda rendida. Suena The good life, que ironía, Cassandra Wilson derrama su voz de humo y bourbon. El mueve sus labios, desde su boca se pasea una historia, parece que habla para él, pero las palabras reptan despacio hasta ella y consiguen que levante los ojos. Lo mira absorta durante el tiempo que dura el cuento de final inacabado. Fuera llueve y el camión de la basura devora los restos de vidas como una hiena hambrienta. Se buscarán, ella necesita a su contador, que deja sus manos quietas anillando el vaso mientras sus labios fabrican la vida. El la necesita callada, invisible, sin preguntas ni reproches. Mil y una noches de enlazar historias y novecientas noventa y ocho de enlazar sus cuerpos. Mentiras no escritas, dormidas, que les aplazan un día más la condena de soledad.





miércoles, 3 de abril de 2013







Te despiertas con ese hambre de palabras, llevas dos días dejando resbalar las lágrimas.
Te has devorado las uñas de la memoria.
Sobre la mesa apagado, consumido, el ultimo cigarrillo que dejó en su adiós. Respiras las volutas de humo que desaparecieron en el aire, escapando de su boca entre reproches. Palabras que llovieron sobre tu cabeza, encharcando tu mente ahogando las suplicas y que ahora se derraman formando un charco a tus pies, un océano.
Llamas por teléfono y le dices que tienes raíces en los muebles, que la lluvia de tus ojos se contagia, que has visto un pez que devora las mariposas que huyeron de tu estomago. Te dice que abras la ventana para que entre el aire. 
Fuera hace sol, un perro ladra. Un ruido sordo, los huesos suenan como canicas en la acera. Ya llega la ambulancia.


martes, 2 de abril de 2013






El presente está escrito en las paredes de la cueva. Estamos viviendo un futuro gastado. Intentamos borrar el pasado, sin darnos cuenta que es como quitar los peldaños de una escalera. Si no puedes volver, no puedes avanzar. Parado, estancado en el centro de un camino de dos direcciones. Hacia ti, sin ti, contigo.
Miras tus manos manchadas y las apoyas en la roca. Arrastras los dedos, desdibujas. Roca limpia, virgen preparada para contar la historia.
Es ayer, será hoy. Relojes de arena llenos de piedras, incapaces de pasar al otro lado, de marcar el tiempo. Los agitas intentando desmenuzar tus tropiezos.






El tiempo es un invento de la mente, 
que no es capaz de distinguir lo real de lo soñado.