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miércoles, 10 de octubre de 2012






 Como algo tan hermoso podía doler tanto, pensó. Se había levantado esa mañana y todo era blanco, como ellas.
Cuando llegó, después de su larga huida, después de haber perdido todo y a todos, casi no entendía aquel lugar, con sus lagos azules como los ojos de ellas. Ellas, altas y delgadas, con sus cabellos grises y su piel blanca.
Pensó que iba a morir cuando ellas la encontraron. Su piel de arena desgarrada, hambre, sed y ese frío....... Cuidaron de ella, la alimentaron y vistieron. Le enseñaron su lengua, sus ritos; ritos de hielo y oscuridad.
Se sentía integrada, sobre todo desde aquella noche, la noche del sueño. Cuando soñó, que otros seres parecidos a ellas, habían acariciado su cuerpo. Ahora su vientre estaba hinchado, sentía la vida moverse dentro.
El dolor la atravesó, e hizo que tuviera que sentarse en el suelo. Notó un río tibio que corría entre sus piernas y gritó. Ellas se acercaron tranquilas, la rodearon y la calmaron, mientras su cuerpo parecía dispuesto a romperse. Con el último dolor gritó hasta el ahogo, mientras sentía como se vaciaba.
Sobre su cuerpo sudoroso, depositaron aquella vida que había crecido dentro de ella. Era como ellas pero diferente, con su piel blanca de hielo y el incipiente cabello gris, abrió los ojos, eran negros como los suyos. Hombre, dijeron y salieron.
Despertó agotada por el esfuerzo del parto, estaba sola ¿y su hijo? Las escuchó cantar, era distinto a todo lo que le habían enseñado hasta ahora. Era como volver a ver colores, rojos, verdes... los colores de donde ella venia. Salió afuera siguiendo las voces, llegó al lago, allí estaban ellas, alrededor, cantando y en el centro estaba su hijo, solo sobre el hielo. Comenzó a caminar, escuchaba el crujir del hielo bajo sus pies. Ellas seguían cantando, con un ritmo que teñía la superficie del lago de fantásticos colores.
Caminaba sonámbula, adormecida por los cánticos y la temperatura, un único pensamiento, su hijo. No entendía aquel ritual, abandonar a un bebe.
Llegó al centro del lago y cogió a su hijo, apenas fue capaz de darse cuenta de que las ropas estaban vacías, cuando el hielo cedió bajo sus pies. Se hundió en las frías aguas, los cantos cesaron. Se sintió arrastrada al fondo, las aguas antes azules, eran ahora negras, como sus ojos y su pelo. La oscuridad la envolvió cuando comenzó a entender.




2 comentarios:

  1. Anónimo10/11/2012

    Los relatos son tan gratificantes como tus poesías

    Aragorn

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  2. Anónimo10/16/2012

    Hola,
    Llevo un tiempo leyéndote pero esta es la primera vez que te escribo, creo que el relato lo merece. Me encanta tu estilo y la variedad de tus fragmentos más recientes. Mis más sinceras felicitaciones.

    Eris.

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