Su imagen se reflejaba en aquel espejo, era extraño, como todo lo que la rodeaba, se pinto los labios y ahuecó un poco su cabellera con los dedos, él estaba detrás y la miraba, sonrió al espejo y la sonrisa iba dedicada a él.

Desnuda se sentía segura, tanto como insegura se había sentido dos horas antes con la ropa puesta.

Dos horas antes, sentía como si eso fuese otro tiempo, otra vida, no la suya.Esta nueva vida había comenzado meses atrás, ese espacio de tiempo y una larga correspondencia, la habían llevado a donde estaba ahora.

Los presentó una amiga, bueno, de manera virtual los puso en contacto, porque pensó que tenían muchas cosas en común. Empezaron una relación epistolar, en la que a través de sus aficiones comunes, fueron descubriéndose el uno al otro.

Se encontraban tan cómodos en el anonimato de la red, descargar sus frustraciones, compartir ilusiones. Pasar de lo virtual a lo real, era cuestión de tiempo, armarse de valor después de tantas confidencias.

Volvió al dormitorio y terminó de vestirse, él la miraba sentado en la cama, ella se acercó y acarició su pelo, él paso sus manos por sus caderas y las deslizó hasta el final del vestido, después las subió por sus piernas, se puso de pie y la abrazó, tenían que despedirse, luego seria imposible.

Salieron a la calle y caminaron uno al lado del otro como viejos amigos durante dos manzanas, entonces ella paró un taxi y se despidieron, solo un roce, subió al taxi, dió la dirección, acercó su cara a su hombro y respiró, olia a él.