Cuando llega la noche,

tu presencia imposible,

tu ausencia tangible,

te acerca a mi sueño.

Asomado el recuerdo,

mi alma en vigilia

me arrastra a un pasado

sentido infinito,

sin tiempo medido.

Escribo en las sabanas,

son tinta mis lagrimas,

borrador de historias,

mi lecho vacío.

En mi cuerpo guardo

el torrente de palabras,

que dejaste en mi oído,

el vibrar de la piel,

en los húmedos gestos,

tu tibieza de sal,

 en mi boca,

un silencio,

 ahogado por besos

y cosidas a mis dedos,

tus miradas.

Abotono el abrigo

de la indiferencia

y salgo a la vida.

Recorro las calles,

compro pan,

poesía,

colores de otoño,

fruta,

olores de mar,

miradas de lluvia,

sal,

el ruido callado

que hacen nuestros cuerpos.

Voy pisando charcos, 

con mis pies dormidos.

Llevo en los bolsillos,

piedras del camino

para mis tropiezos

y pequeñas ramas, 

prendo de mi pelo.

Y al volver a casa,

coloco en mi cuerpo,

lo que tu soñaste

cuando me inventaste.

Te imaginé como lluvia,

borrando el olvido, 

limpiando de polvo,

el camino hasta mi.

Te necesité como lluvia,

que lamiera los surcos,

que formó mi cuerpo, 

 geoda de piel.

Llegaste como lluvia, 

ahogando el rencor, 

abriéndome,

nutriéndome,

de nuevo expuesta,

suplicante, 

ávida,

dispuesta a engendrar.

Te quedaste como lluvia,

mansa y constante,

saciando,

llenando mis venas.

 Fluyendo por mi piel,

tus dedos,

pintando la vida.

Te iras como lluvia,

formando torrentes, 

que arrastren al mar,

frases de mi vida,

suspiros,

gemidos,

a ti.   

¿Que haces con los besos que te mando? pregunto él. Los guardo en una caja, junto a las tiritas, solo para verdaderos casos de emergencia, dije yo. 
No deberías, me dijo, los besos hay que gastarlos, hay que usarlos como todo lo bueno, porque si no, se estropean. 
Y desde aquel momento empecé a usarlos. 
Al principio los ponía cerquita del corazón, pero con el tiempo los fui poniendo en los sitios donde quería que él los dejara. 
Dibujé un camino por mi cuerpo, de tiritas, de besos, de él.

Hoy siento latir,

tu corazón en mi espalda.

Tras la indiferencia,

entorné los ojos,

con desesperanza,

encerré el alma

olvidada y gris,

plegando la piel.

Deshabitada ayer

se vende,

se alquila,

amueblada de susurros,

restaurada con palabras,

con miradas,

recién pintada.

Se puso frente al ordenador y abrió el correo, propaganda de viajes y hoteles, un recordatorio de su agenda para esa semana y unos treinta correos, perfecto hoy terminaría pronto. 
Comenzó a contestarlos, era un trabajo monótono. Sin asunto, ¿que raro? y el remitente desconocido, lo abrió, " Creo que esto puede interesarte" y un archivo adjunto, era realmente extraño. 
Descargó el archivo, que resultó ser la fotografía de un dormitorio, perfectamente decorado. 
No era de un hotel, demasiado personal, detalles como fotografías hacían notar una pertenencia. Supuso que provenía de una revista de decoración, era bonito, tal vez demasiado recargado para su gusto.
Mas propaganda pensó, una forma muy agresiva de contactar clientes a través de los e-mail empresariales, pero los tiempos estaban difíciles.
Tres días después llegó otra foto, el mismo dormitorio con la cama deshecha, algo se movió en su interior, no era propaganda, era algo personal y era para ella.
La tercera foto tardó en llegar una semana. Durante ese tiempo de espera, porque estaba segura de que habría mas, se dedico a observar.
Lo miraba por la noche cuando volvía a casa, intentando ver en él algún indicio, que confirmase sus sospechas. Por primera vez en diez años, revisó sus bolsillos, miró su móvil e incluso buscó en el ordenador.
Que tremendo dolor de cabeza... abrió despacio los ojos, la luz era muy tenue. No podía moverse, al principio no se dio cuenta de que estaba atada, miró a su alrededor y reconoció la habitación.
Abrió el correo, sin asunto, archivo adjunto, lo descargó. Su mujer estaba atada a la cama de una habitación que parecía sacada de una revista de decoración.

 En tu ausencia,

mis labios no pueden nombrarte.

Camino pensando tu nombre,

desnuda de palabras.
En tu presencia,

 tu nombre asomando

a mis manos, 

a mi boca.

a borbotones,

 por mi piel se derrama.
Me miras,
te sorprende
verme escrita de ti.
Sonríes y pronuncias,
mi nombre con tus ojos
y nuestra piel se cubre,
de colores del otro.

Desabrocho de mi cuerpo

tu mirada,

para poder marcharme,
desnuda de palabras.

Borro, escribo,

así estoy hoy,

te percibo, 

te he visto.

Satisfactorio e insuficiente, 

tu presencia y el lenguaje.

Incumplido el gozo, 

en el roce de manos.

Las palabras no alcanzan, 

mi necesidad de ti.

Mis ojos hablando,

 mis labios atados.

Respirando tu cuerpo

en la distancia.

Escuchando el silencio de tu deseo.

Escondidos entre la multitud, 

invisibles,

caminando divergentes, 

convergiendo en el anhelo.

Con diez minutos de retraso entra en la habitación, saluda y sonríe distraidamente, el ambiente es tenso, todos están sentados en sus sitios y lo miran entre incómodos y extrañados, él lo nota pero no le importa. Hace no demasiado, esta situación le hubiese resultado imposible de imaginar.

El y su vida, políticamente correcta, encauzada en los cánones sociales de familia y trabajo.

Ahí, sentado entre sus compañeros escuchando lo que se espera de ellos y su mente pensando en ella.

Ella, entrando en aquella sala de exposiciones y el, unos pasos detrás, siguiéndola sin saber el  porqué, por las salas, acercándose hasta sentir su perfume.

Después, a la salida al café de enfrente, hasta atreverse a acercarse y pronunciar su nombre. Ella lo mira sorprendida, unos segundos y también ella es capaz de decir  su nombre, sonríen, han pasado casi treinta años. Se sientan juntos, toman un café y esbozan sus vidas, demasiado tiempo en tan poco, esa será la primera vez. 

Vidas paralelas, de trazos parecidos, con resultados similares, que los llevan a converger en un punto. Buscando el pasado, ahora, sin pensar en el futuro.

Cambiar frustración por ilusión, volver a sentir.

Ella riendo, mirándose en sus ojos, aferrando sus manos en el temor a distanciarse de nuevo, asomándose de puntillas a su cuerpo, besando. Besos furtivos en lugares públicos, fundiendo la piel en privado.

Esperando el e-mail que los lleve, al momento de vivir la vida tras el espejo, volver a la vida.

Comenzando,

dos puntos.

Amando,

caminando sobre puntos suspensivos,

suspendidos en sentimientos,

apoyados en las comas,

 respirando en exclamaciones,

suspirando en interrogaciones,

empujados, por los punto y seguido.

Desandando, en los punto y aparte.

Fracasando, 

sin comas,

sin paréntesis,

sin espacios en blanco.

Muriendo,

en el punto y final.

         La Frontera del Alba ( Philippe Garrel, 2008 )

Coge el bolso, las llaves y sale de casa. A las ocho, decía el mensaje, media hora después está ante la puerta, llama, él abre, solo un hola y pasa hasta el salón, deja el bolso en la mesa y se sienta.

Un sofá nuevo, la tele, la Wii y el portátil compitiendo por hacer suyo ese espacio, el resto de los muebles tienen mas años que él.

Trae dos cervezas y se sienta junto a ella, hablan, mas de él, se ríen y él la besa. Es un beso urgente como sus manos, ella le devuelve el beso lentamente, son dos necesidades distintas, o tal vez la misma.

Pasos ciegos, entre besos y caricias, los conducen al dormitorio. Sacian sus cuerpos, creyendo saciar sus almas, sus soledades; la de él, comenzando una vida, la de ella, ignorada en la suya.

Al terminar, continúan hablando un poco mas. El despierta su ternura, los quince años que los separan son mas evidentes ahora, no es tanto una evidencia física, como de dependencia. El ahora un poco mas niño, temiendo el momento del hasta pronto. Ella debatiéndose entre seguir ovillandolo en su cuerpo, o empujarlo a la vida. Los dos con la certeza de que la fecha de caducidad se acerca.

Apartas las rocas 

y sobre el negro barro 

apoyas tus manos.

 Frío y húmedo. 

Lagrimas guiando tus dedos,

la soledad te empuja,

modelas mi cuerpo

de imperfecciones lleno,

bello para ti

invisible para el resto.

Susurros de tus labios

despiertan mi mente

y el batir de las olas

da vida a mi cuerpo. 

Separas mis piernas,

te dejas en mi

y de mi garganta brotan, 

mariposas de luz

que cubren mi cuerpo, 

marcando el camino

de la boca al pubis, 

para que no te pierdas

cuando vuelvas a verme.

                                                                      

Su imagen se reflejaba en aquel espejo, era extraño, como todo lo que la rodeaba, se pinto los labios y ahuecó un poco su cabellera con los dedos, él estaba detrás y la miraba, sonrió al espejo y la sonrisa iba dedicada a él.

Desnuda se sentía segura, tanto como insegura se había sentido dos horas antes con la ropa puesta.

Dos horas antes, sentía como si eso fuese otro tiempo, otra vida, no la suya.Esta nueva vida había comenzado meses atrás, ese espacio de tiempo y una larga correspondencia, la habían llevado a donde estaba ahora.

Los presentó una amiga, bueno, de manera virtual los puso en contacto, porque pensó que tenían muchas cosas en común. Empezaron una relación epistolar, en la que a través de sus aficiones comunes, fueron descubriéndose el uno al otro.

Se encontraban tan cómodos en el anonimato de la red, descargar sus frustraciones, compartir ilusiones. Pasar de lo virtual a lo real, era cuestión de tiempo, armarse de valor después de tantas confidencias.

Volvió al dormitorio y terminó de vestirse, él la miraba sentado en la cama, ella se acercó y acarició su pelo, él paso sus manos por sus caderas y las deslizó hasta el final del vestido, después las subió por sus piernas, se puso de pie y la abrazó, tenían que despedirse, luego seria imposible.

Salieron a la calle y caminaron uno al lado del otro como viejos amigos durante dos manzanas, entonces ella paró un taxi y se despidieron, solo un roce, subió al taxi, dió la dirección, acercó su cara a su hombro y respiró, olia a él.

Cráteres de lagrimas

sobre el papel fui dejando,

camino de tinta

que tus ojos siguieron,

entre los escombros

recuerdos de piel

Solo nos faltó,

desnudar los ojos

de fotos de ayer

y vestir mi boca

con tu aliento.

  Despierto y es invierno,

  mi cuerpo de escarcha parece quebrarse,
 soledad a medio metro
    cuerpo de sal, ayer de fuego.

     Besos de arena, hoy boca de piedra
    sin palabras
       atronando como granizo

     Ovillo mis huesos,
     coso mis ojos,
     me desnudo,
     me deshago,

   Recoges mis jirones
     con tus manos de hombre 
     mago de monemas
      reconstruyes, creas
     tu lengua ávida me socava
      y me dejas a la espera.

         Pliego el sudario en el que envuelvo

         las noches y los días,

         te pienso,

         limpio,

         cocino.

         Salgo a tu encuentro

         camino en círculos,

         en cuadrados,

         desando para no volver,

         de puntillas te alcanzo

         y voy dejándome en tu cuerpo

         como el agua entre las rocas