Desperté pensando en el mismo punto donde abandoné ayer.
Punto de inicio, de retorno, de encuentro, de fuga, de apoyo.
Mis manos frías empujando el paisaje, más allá del horizonte,
donde mis ojos quieren perderlo, precipitarlo al olvido.
Quiero conseguir la foto en la nada, el lienzo vacío.
Seguir la huella en la nieve, fuera del camino.
Inventar con mi hija un cuento, de final ambiguo.
Mostrar a los ojos que esperan, algo inesperado.
Esparcir las cenizas que guardé en una caja, en un cajón, en el armario, enterradas.
He despertado queriendo ser lotófago, devorar y olvidar.
Olvidar la palabra ayer, porque ayer fui ella.
Vestir el aire, con el perfume lento del vino, con el color de los besos.
Descorrer las cortinas y planchar los días,
para que sean todos como vestidos de domingo.
para que sean todos como vestidos de domingo.
Nombrar de nuevo los días, con el nombre de hoy.
Que todos sean hoy, porque hoy soy yo.